18 diciembre 2008

Llinguen Bels Llinguen Bels: DiÁlOgO LiTeRaRiO, cHoCoLaTE dE tAzA y pAnEtÓn SaNMaRQUiNO!

¡CARAMBA, esto hay que celebrarlo! porque son pocas las veces en que, como la tarde de ayer, puedo dedicar más de una hora y media, sentado en las banquitas del patio de Letras, solo a hablar y hablar y hablar de Literatura, a la vez que disfruto de una tajada de panetón Sanmarquino (lo admito, pensé que no estaría tan bueno; me equivoqué, porque prácticamente se me deshizo en la boca) y un vasito de humeante chocolate de taza. Eran las dos y cincuenta y cuatro de la tarde (lo recuerdo porque miré mi reloj, calculando cuánto tardaría mi camino a casa, esperanzado ante la posibilidad de llegar a tiempo para ver Pataclaun), y salía un poco más que motivado luego de un examen sustitutorio asequible a mis champeros conocimientos biológicos cuaaando... Decidí detenerme y averiguar en la oficina respectiva la fecha de publicación de los resultados, y de hecho contaría todo ese capítulo con nudos y detalles sino estuviese tan, pero tan seguro de lo aburrido que debe ser para un lector enterarse de mis ires y venires de una oficina sin que nadie me de razón, de modo que me conformaré con decir que si existe fecha de publicación de los resultados, enterado no estoy.
Pasaré en todo caso, a lo que realmente me interesa contar, que es mi conversación con una amiga de la carrera (no colocaré su nombre, pues no cuento con su permiso), a la cual encontré mientras salía de la Facultad; y con quien poco a poco, casi sin darnos cuenta, fuimos adentrando nuevamente en el edificio hasta quedar sentados, como ya dije antes, en una banquita del patio de Letras. Fue un intercambio de discursos muy interesante y aleccionador, del cual recuerdo prácticamente todos los temas de acuerdo y discrepancia; desde la publicación de un poemario suyo, el cual le ocasionó una invitación a presentarlo en el Centro Cultural España; hasta las numerosas críticas a mi cuento infantil, acusado injustamente de proselitismo, pasando por lo mal que se vende la poesía de calidad, lo rápido que se agota la prosa de reciclaje en las librerías, lo aburridos que son los críticos literarios y la envidia secreta -acaso tanbién subconciente, involuntaria- que en ellos generan las publicaciones ajenas.

No sé en que momento el tema de la Literatura quedó desvanecido (aunque fue solo por un insante, no más de tres minutos) para dar paso a lo contaminado que está Amazonas; lo esquizofrénicos que somos; pues durante la conversación habíamos cambiado de tema constantemente sin encontrar un centro fijo; y lo poco orientadores, además de frustrantes, que pueden ser los libros de sexualidad para una persona sin bases en cuanto a los misterios del amor sensorial se refiere.
Retomamos el tema literario hablando de Dickens, de Sófocles, de Kafka, y hasta de (esta coincidencia incluso me asusta) los cassettes blancos de cuentos que ambos habíamos disfrutado cuando niños, refugiados en los mundos de Enriquete el del copete, Aladino y la lámpara maravillosa y Alicia en el país de las maravillas. Fue una experiencia estimulante y nostalgica, porque, como bien dije al inicar este post, iba muuucho tiempo que no tenía un diálogo de este tipo. Cuando miré mi reloj nuevamente eran las cinco y cincuenta y uno, y era hora de irse a casa, de modo que ella partió hacia Ciencias Contables y yo hacia la puerta tres, esperanzado en retomar algún día una conversación tan interesante; y lo más probable es que la tengamos, porque el otro ciclo nos veremos las caras en "Teoría Literaria 1", quien sabe si con Marcel Velasquez o Carlos García Miranda; en todo caso, sin mucho entusiasmo, lo admito, prefiero la segunda opción.
poooStData: Por cierto, no puedo evitar hacer cherry al panetón Sanmarquino, porque en verdad estaba muy bueno. Durante toda esta conversación estuvimos disfrutándolo. Empiezo a sentirme como Luis Alejandro Velasco promocionando productos a la vez contaba su hazaña de naufragio, pero qué importa...
Igual da!!

Krlos!!

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