02 abril 2009

¿La novelas como aquel kekito?, cambio de dirección: De Cabrera Infante y García Márquez a Dickens y Chesterton!!!


ALGUNA vez hace muchas, en un lugar de Jesús María de cuyo nombre no quiero acordarme, mientras fingía saber fumar cuando no tenía pero ni idea, y cuando se dibujaba como una erudita en Historia a pesar de estar más perdida que Napoléon en Pearl Harbor -aún recuerdo aquello de: "Ay, Carlitos, felizmente erradicamos a ese Lenin y su Unión Soviética"- , y cuando profezaba haber leído a todos y cada uno de los poetas del Siglo de Oro "muy detenidamente" y, al preguntarle yo por algún verso que la apasionara, a duras penas hubo de recordar tres líneas mal masticadas de Vallejo y una tóxica decepción me invadió enteramente, de aquellas que a uno le dan cuando siente que lo están tomando por imbésil o recién traído de Jupiter; la chica "V"(por respeto a su intimidad la llamaré así), tuvo un lapsus -tal vez ocasionado por el carísimo "kekito" bañado no sé en cuantos diferentes dulces que pidió- y dijo algo que, si bien no tuvo para mí mucho sentido en aquel instante pues ya me había puesto de mal humor con sus opiniones delincuencialmente gaseosas, ha marcado mi vida en los últimos meses y ha rehecho su recuerdo a más de año y medio de distanciamiento.


"ES CURIOSO, YO ABORRECÍA ESTE POSTRE HACE ALGUNOS MESES Y, MIRA NADA MÁS, AHORA ME ENCANTA"

De aquella salida solo diré -y es que debe haber lectores que únicamente han pasado a este párrafo para enterarse quién diablos era la chica y otras farandulerías- que era muy bella y tenía la voz ronquita y los cabellos ensortijados. La había conocido semanas atrás en una reunión de amigos y, convencido como era de que si se pide recursos para contactar a una chica durante estos eventos es, efectivamente, para contactarla y conocerla mejor en vez de banagloriarse de la facilidad social que uno tiene, decidí reunirme con ella a tomar algo y de paso hablar de nada, de todo, de ella, de mí, de lo que fuera, pero conversar (Fin de la parte farandulera).

He llegado a pensar que mis lecturas empiezan a asemejar al postre de aquella amiguita en el sentido de un gusto solo temporal que se evapora con el tiempo. No estoy seguro de si lo mencioné en alguno de los post anteriores pero, efectivamente, muchas de aquellas lecturas, las cuales fueron motivo de goce y emoción en algún momento de mi vida, hoy están sepultadas en la zona "no releeré" de mi estante de libros. Pero conviene trasladarse a lo objetivo, que divagar demasiado puede - y sin duda lo hace- llegar a aburrir al escritor y, por ende, al lector, de modo que es hora de poner el tren en marcha mencionando entre los primeros casos a Alfredo Bryce y es que, ¡Cuánto disfruté en mi primera lectura -incompleta, debo admitir- de "Tantas veces Pedro" y su loco enamorado de una tal Sophie ¡Cuán feliz me hicieron sus diálogos repletos de puntos suspensivos y diminutivos! para ahora, no obstante, señalarlo como uno de los escritores que JAMÁS volvería a leer. Otro caso es el de Saramago, que, lejos de aquel entusiasmo que generaron en mí su originalidad traducida en la no delimitación de diálogos o frases de más de una hoja, ahora ni siquiera me causa curiosidad ni en creación ni en pensamiento; y así otros varios como Cabrera Infante y sus dictadores feroces, Arguedas y su indio explotador, García Márquez y sus lluvias de flores o Donoso y sus paisajes de la infancia para ser reemplazados por Dickens y su "David Copperfield", Chesterton y su "El hombre eterno", Faulkner y su "El sonido y la furia", Fitzgerard y "El gran Gatsby", entre otros. Tal vez peque de indiscreto -bien dicen que la ignorancia es atrevida, aunque ruego este no sea el caso- pero empiezo a creer que este cambio de dirección se debe a la necesidad de una literatura que me transmita totalidad y complejidad de personajes en vez de resquicios modernistas repletos de palabras dulces y acaramelas; peor aún, herramientas de denundia social o caricaturas continentales.


Krlos!!

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