08 enero 2009

CataclísmO NtRe el PoLVO y La cEnIzA: yO soLo QUiERo lIbErTaD!!!

NO SÉ cómo diablos me he formulado un horario tan cataclísmico y antiacadémico de lecturas. Luego de mi retorno a Lima, en el cual encontré mi casa hecha un emporio "del polvo y la ceniza", decidí que debía empezar este 2009 con cambios sustanciales en mi vida; capaces de, si bien no hacerme sentir el sujeto ideal, al menos brindarme la sensación de seguir el buen camino de los hombres. Por ello, probablemente, es que por esos días (3, 4 y 5 de enero) guardé en el cajón de mi escritorio la máscara del escritor para encajarme la del "Natachito". Es decir que aquel tiempo pasó al ritmo del plumerito por aquí, plumerito por allá, la lavadera de ropa y matanza de arañas esquineras.

Ya que estaba en esto de limpiar y ordenar, me pareció buena idea formular el inventario número cuatro de mis libros adquiridos, el cual es más que todo un ejercicio de la vanidad pues la experiencia me ha hecho aprender que no siempre "libro comprado" es igual a "libro leído". He contado, entre textos rotos y carcomidos hasta novelas tan bien cuidadas que tranquilamente podrían ser devueltas a la tienda de donde salieron, 217 ejemplares los cuales ocupan poco menos de los dos tercios de la pequeña habitación que los hospeda (el resto del espacio lo ocupa un escritorio sin funciones, la caja de un àrbol de Navidad y una lustradora Electrolux del 92).

He hallado libros que no recordaba haber adquirido, y que definitivamente merecen -más aún tratándose de un estudiante de Literatura- varias relecturas como Rojo y Negro de Sthendal; Antígona, de Sófocles o Papá Goriot, de Balzac; y otras varias talvez no tan geniales pero que en algún momento de mi vida me brindaron un rato de hipnosis placentera como El Gran Robo del Tren de Michael Crichton o Las Diabólicas de Jules D`aurevilly.

En fin, Retomo lo del principio: que de tanto libro encontrado me he visto en la obligación moral de imponerme más de una lectura a la vez (dicen que no es lo más saludable, aunque yo lo he hecho en más de una oportunidad con un éxito aceptable en los casos de Delirio, de Laura Restrepo y Del amor y otros demonios, de Gabo; y así también con La metamorfosis y Guía Triste de Paris, y Diablo Guardián y El Retrato de Dorian Gray, por lo cual he llegado a la ofensiva suposición de que aquellos que consideren poco saludable sostener más de una lectura a la vez carecen de un grado intelectual y asimilativo descente y evolucionado U_U-y no hablo de "me gusta leer o no me gusta leer" sino de "puedo leer y entender o no puedo leer y entender" que hay que aclarar son cosas distintas aunque una lleve a la otra).


Esa necesidad me ha llevado a ordenarme del siguiente modo: estoy leyendo Un Milagro en Equilibrio, de la española Lucía Etxebarría, durante mis numerosos paseos en combi, porque es una novela àgil y sencilla, de una prosa destinada a vender, por lo cual el bullicio ocasionado por el señor cobrador (aquello de To univershitarialamarinaperchinjaierprado) no interfíere en lo más mínimo con una inversión de concentración sinceramente austera. Por las mañanas, cuando las vacaciones me dejan resquicios de tiempo libre (es decir, cuando no estoy lavando ropita o barriendo pisitos y pasando la escoba por las esquinitas de mi techo), pues me pongo a leer Rojo y negro, de Sthendal, y es que considero sus descripciones atiborradas de detalles, fieles al concepto realista de la novela decimonónica, merecedoras de un nivel de concentración más exigente. Por las noches, antes de dormir (si es que me dan las energías luego de haber retomado mis clases de Inglés y no hay un dvd interesante a la mano) empleo el tiempo leyendo a Hemingway.

Ni idea de cuánto tiempo gozaré de esta libertad de poder leer lo que me dé la gana, porque ya nos han advertido el ciclo pasado que a partir del segundo año la carrera de Literatura se vuelve una barrera purgadora solo para los más valientes. Tengo entendido que llevaremos cuatro cursos de Teoría Literaria, los cuales nos enseñarán, más que a contemplar lo "bonito" o "no bonito" de una novela, a descifrar los clavos y las costuras tras aquel bloque discursivo, de modo que dedicaré estas vacaciones a leer solo lo que me gusta; sabiendo, como sé, que esta vez puede ser la última...

Krlos!!

1 comentario:

Brissa dijo...

Desempolvaste toda tu caja y bajo cada adorno, un libro olvidado... Sí!!!! q pena! A mi tb me ha pasado que he empezado a leer un libro, se pone pesado y lo dejo de leer. Luego, lo encuentro todo empolvado en un ricón de mi habitación al que nunca miraba. xD