22 julio 2009

Spleen, o sobre este horrible cielo :por 19.90$ llévate melancolía + susceptibilidad y + 2.90$ agrandamos una de las dos.

Revisando los poemas en prosa de Charles Baudelaire, puntualmente el XXIII, y apuntando a la última estrofa : ¡Es hora de embriagarse! Para no ser esclavos martirizados del tiempo, embriágate, embriágate continuamente. De vino, de poesía o de virtud; de lo que te plazca, creo recordar que fue el simbolista francés quien definió aquel términillo: "Spleen", como un estado de ánimo catatónico y gaseoso, donde el ser humano, producto de un sinsentido existencial motivado por tal o cual, se idiotizaba, encerrado en una burbuja densa y depresiva, la cual razguñaba su autoestima hasta volverlo una vagabunda incognita.
El francés, en todo caso, tenía un modo -aunque yo discrepe profundamente no solo de aquel medio, sino también de la eficiencia de sus fines- "funcional" para cuando estas crisis llegaban: el opio, por el cual había desarrollado ya una severa dependencia.
Pero la cuestión de este post no es opio- si u opino-no, sino esos momentos, creo yo ligados de algún modo al clima, (al cielo, en realidad) en los que uno anda - y aquí forzemos el castellano- mellegatodoado de tanto fango.
En los últimos tres días he estado en una especie de fusión dragonbolesca y un poco de combo kfc también: por 19.90$ llévate melancolía + susceptibilidad y + 2.90$ agrandamos una de las dos. Le he buscado una causa, claro, y he llegado a la conclusión ya antes mencionada: que estos estados de ánimo, estos Spleen, para volver al término de Baudelaire están muy ligados al clima, al cielo espantoso que nos invade desde el lunes. De todas maneras, estoy haciendo lo posible por bañarme con un poco de optimismo y ver el cielo y cantar tranquilamente cielo gris, cuán feo es el cielo limeño pero qué se hace, por último el cielo de Londres es así de modo que puedo alucinarme en Londrés o Paris.

En fin, con ese cielo espantosamente blancusco y medio llorón -mi universidad parecía el amazonas- no sé a quien se le pudo haber ocurrido tremenda mentira de que en París la gente es feliz. La deben pasar fatalísimo los pobres franchutes!!!


Krlos!!!

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