13 julio 2010

ReflExIOnes del HiJO prÓdigo: entRe voCaciOnes y UnA EmPresA y SUs aCcIONES, a dEciDir, señores!!!


Tengo la impresión de que tarde o temprano -aunque claro, convendría que sea más temprano que tarde, y así la angustia sea menor y el circuito de vida más compacto y coherente- "a todo chancho le llega su hora". Horrible frase, por cierto, pero algo tendrá de cierta porque se presta bien a la figura del inevitable momento, la atormentadora y sombría y acucada pregunta existencial:
"Y ahora ¿qué haré con mi vida?"
No recuerdo bien a qué intelectual le oí esa reflexión donde dividía al hombre en sus dos grandes momentos, y por tanto en los que debía uno estar más lúcido. A saber primero el de la juventud, en el que se debe tomar el camino que se habrá de seguir, objetivos más o menos claros y los medios que a uno lo llevarán a conseguirlo; y el segundo la ancianidad, en el que uno hacía el balance de pérdidas y ganancias producto de aquella decisión ya lejana. Pero no es mi intención profundizar en estos ámbitos por ahora, y más bien usarlos como un pretexto que me permita pasar al verdadero asunto: "Esa decisión"

La oposición vocación/campo laboral -y que por cierto no siempre lo es y dichosos los llamados a ser ingenieros, administradores, contadores, odontólogos por que hay más posibilidades de que de ellos se haga "El reino de la plata"- es un tema muy recurrente en las conversaciones con algunos amigos y de seguro a todos en algún momento nos ha rondado la cabeza. Una persona muy cercana a mí dijo alguna vez, eso sí, que "uno debe tener bien, pero bien claro y cuanto antes, qué tipo de rico quiere ser, porque los hay de muchos tipos: los hay de los que ganan el suficiente dinero como para los tratamientos que alivian el estrés que les procura ganar el mismo; los hay de los que todo su dinero ya ha afantasmado su inquietud vocacional hasta anularla; los hay de los que la riqueza no está en tener todo, sino lo suficiente y que, desde luego, les permita hacer lo que su vocación les dicta; y los hay de los ciegos amnegados y voluntarios, románticos de cepa a los cuales les interesa dos pepinos morirse de hambre y dormir en la banquita del parque si a cambio de eso pueden dedicarse a alguna vocación no muy bien remunerada pero que los llene "interiormente"; entre otros muchos tipos, desde luego.
En fin, que todas estas son figuras un poco abstractas y ya sabemos que generalizar a veces es ingenuo y los modelos podrían perfectamente entreverarse para dar luz a algo positivo o negativo; y no es fin de este post dar lecciones de qué hacer y qué no hacer para nadie. La decición está en cada uno, y a asumir las consecuencias ¿no?. Yo, por mi parte, me integro -un poco apretado, es verdad- a la tercera aunque claro, nunca está de más soñar con una quinta alternativa que sería, digamos, la ideal y ya recontra manoseada idea de "ganar dinero haciendo lo que más me gusta y cantar con los pajaritos y vivir en una casa grande y con vista al mar" y bla bla bla. ¿Qué opinan ustedes?

Krlos!

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